Los estereotipos culturales, raciales o sexuales suelen extenderse de forma sutil, en expresiones dichas al pasar, en comportamientos desapercibidos y también en las películas, donde encuentran un modo para irse perpetuando en el tiempo incluso cuando creemos que forman parte de un pasado olvidable. De hecho,
por tratarse de un arte popular y volcado en el reflejo de la realidad, el cine es particularmente susceptible a la contaminación de los estereotipos, tanto aquellos más inofensivos como otros que resultan más hirientes. Para demostrar todo esto, os presentamos, de la mano de cinefraga, una lista con una serie de
estereotipos absurdos que todavía perviven en el cine contemporáneo. ¿Qué os parece todo esto? ¿Cuál de ellos os parece más ridículo u ofensivo?
6. En África, toda la gente se comporta de forma primitiva o es un “Señor de la Guerra”. Si nos fijamos en las películas que nos llegan de la meca del cine, veremos que, para
Hollywood, el continente africano en su conjunto no ha evolucionado demasiado desde los tiempos de
Jesucristo. La escena de apertura de
Casino Royale, por ejemplo, nos sumerge en África a partir de varios planos de gente apostando en una pelea entre un simio y una serpiente. Luego, también hay que puntuar que, según
Hollywood, hay un aspecto en el que los africanos están tan evolucionados como el resto del mundo: en cuestiones de armamento; algo normal si tenemos en cuenta que un porcentaje amplio de los personajes africanos que vemos en el cine son soldados corruptos. Películas como
Congo,
Black Hawk derribado,
Diamantes de sangre u
Hotel Ruanda gastan la misma energía mostrándonos los bellos paisajes africanos que retratando los horrores humanos del continente perdido. Así, vemos que a
Hollywood sólo parece importarle la parte más miserable de
África: la pobreza, la corrupción y la guerra. Un espectador común quizás se sorprendería al saber que en
África también hay universidades, industrias y ciudades modernas.
5. Las mujeres sólo hablan acerca de hombres. En los años 80, la autora de cómics
Alison Bechdel inventó una prueba para comprobar el machismo de las películas de Hollywood. Las películas sólo aprobaban (y se salvaban de la quema) si contenían (1) al menos dos personajes femeninos que (2) hablan entre ellas en algún momento sobre (3) algo que no sea un hombre. Es bastante simple y sorprende ver como, incluso en los casos de películas que tienen personajes femeninos de fuerte personalidad, son muy raras las ocasiones en las que un filme aprueba. Películas como
Los hombres que no amaban a las mujeres,
El Caballero Oscuro: la leyenda renace, las de la saga de
El señor de los anillos o las de
Piratas del Caribe suspenderían fatalmente. De hecho, la mayoría de películas fallarían en el apartado de que “los personajes femeninos hablen entre sí”. En cambio, si hiciésemos la prueba inversa (buscar a dos personajes masculinos que hablan entre sí sobre algo que no sea una mujer), todas aprobarían. La realidad es que, en el cine, las mujeres todavía suelen definirse por su relación con los hombres. Y resulta que esto no es una coincidencia: al parecer, en las escuelas de cine norteamericanas se recomienda a los guionistas que no escriban escenas en las que las mujeres hablen sobre temas personales o interesantes. Se supone que es una manera de “perder al espectador”.
4. Los blancos son incluso mejores que los asiáticos en cuestiones asiáticas. Un caso ejemplar de este estereotipo lo encontramos en
El último samurai, donde el personaje de
Tom Cruisetermina revelándose como un “mejor” samurai que el verdadero samurai. De hecho, el esquema narrativo del “personaje blanco que vence al asiático en su propio juego” es bastante común en el cine americano. En
Sol naciente, las agresivas técnicas financieras japonesas ponen en peligro los intereses yanquis hasta que
Sean Connery aprende a utilizar dichas estrategias contra los empresarios nipones. Por su parte, en la icónica
Kill Bill vol.1, la
Novia (
Uma Thurman) demuestra tener más talento para las artes marciales que
Lucy Liu. De hecho, no sólo derrota a
Liu, sino que acaba con todo un ejército de guerreros yakuza.
Hollywood siente una gran fascinación por el misticismo oriental, pero también una fascinación todavía mayor por los billetes de dólar. Y dado que se cree que no es posible hacer una película de éxito si no está protagonizada por un personaje caucásico, lo que suele hacerse es transferir las habilidades, cualidades y valores de las culturas asiáticas a actores como
Tom Cruise,
Sean Connery o
Uma Thurman, condenando a los actores asiático a figurar como secundarios.
3. Los personajes no-heterosexuales o mueren o son asesinos. No hay más que pensar un poco en la cantidad de películas en las que un personaje gay termina muerto. Primero están los casos obvios de películas basadas en crímenes sonados:
Mi nombre es Harvey Milk o
Boys Don’t Cry. Pero luego están
Brokeback Mountain,
Philadelphiao
Un hombre soltero… o incluso la serie de
Buffy, la cazavampiros, en la que durante dos temporadas se construia una de las relaciones lésbicas más complejas de la historia de la televisión para luego acabar con ella con un asesinato de lo más arbitrario. Luego también están
Pulp Fiction o
El silencio de los corderos, donde el único personaje gay se presenta como un agresor sexual y por tanto debe morir. Y para terminar, hay casos como los de
Instinto básico,
El talento de Mr. Ripley o
Jennifer’s Body, donde la aparición de cualquier tendencia no-heterosexual es un signo claro de que dicho personaje va a ser liquidado. El sociólogo y crítico
Brent Hartlinger propone una tesis tan simple como reveladora: los personajes no-heterosexuales suelen perecer más en pantalla porque casi nunca son los protagonistas de la función. En cierta manera, son prescindibles.
2. Cualquier cosa (incluso la muerte) es mejor que sufrir una discapacidad. En el mundo del cine, parece haber dos maneras de vivir con una discapacidad: o se transforma en un superpoder, como en el caso de
Daredevil, o se convierte en la razón principal de una miseria existencial. Y no nos referimos tanto a películas como
Million Dollar Baby o
Mar adentro, como a ejemplos más sutiles de esta cuestión. Tomemos el caso del
John Locke de la serie
Perdidos: un hombre parapléjico que prefiere vivir en una isla remota plaga de monstruos y todo tipo de peligros sólo porque allí es capaz de caminar. Y luego está el caso parecido de
Avatar, donde otro hombre parapléjico decide dejarlo todo y cruzar el universo con la única esperanza de volver a caminar en el interior de un alienígena azul. Esto ha terminado provocando que los prjuicios de vivir con una discapacidad se acaben exagerando. Por ejemplo, para el rodaje de un episodio de la serie
Dollhouse en el que
Eliza Dushku quedaba ciega, los productores contrataron a una mujer realmente ciega para que le mostrase a la actriz cómo debía moverse. El problema es que el resultado de dicho entrenamiento fue que, según los productores,
Dushku “no parecía una chica ciega”, así que la hicieron caminar y moverse de un modo más torpe para que el público “conectase” mejor con el personaje. Muy triste.
1. En las películas fantásticas, todo el mundo debe ser blanco. Seguramente seréis conscientes de que no hay personajes negros en
El señor de los anillos: de hecho, los únicos actores negros que participaron en la trilogía aparecieron cubiertos por gruesas capas de maquillaje. Pero bueno, se podría excusar a
Tolkien, dado que las novelas fueron escritas en los años 40. Sin embargo, ¿qué pasa con
Juego de tronos? Lo únicos personajes no blancos son los
Dothraki y un par de personajes semi-mulatos que llegan a la tierra de los ricos blancos para tomar a sus mujeres y su trono. Y luego están
Las crónicas de Narnia, donde el único personaje negro es un monstruo. ¿Y
Harry Potter? Bueno, en la saga hay algún personaje negro, pero son contados: está el chico que anuncia los partidos de
Quidditch… y poco más. Esta es la cruda realidad de la fantasía cinematográfica
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