Fíjate atentamente en el señor de la foto de arriba: ¿sabrías decir quién es? Pues se trata de Steve Carellen la primera foto de Foxcatcher, uno de esos proyectos muy trágicos y turbulentos que huelen a Oscar, y para el cual el actor de The Office se ha calzado una prótesis nasal de impresión. En homenaje a Carell, y a las horas de maquillaje que habrá tenido que sufrir para actuar junto a Channing Tatum y Mark Ruffalo,hemos preparado este informe lleno de napias, tochas, trompas y hocicos de impresión.
Nicole Kidman en Las horas (S. Daldry, 2002)
Manda narices porque... A fin de ponerse en la piel de Virginia Woolf (depresiva, feminista y genial), la australiana asumió una prótesis tan contundente como discutida en su día. Tal vez el parecido entre Nicole y la autora de La señora Dalloway no quedase muy logrado, pero, ateniéndonos a los resultados, dicha nariz era en realidad una llave capaz de abrir la puerta del Oscar.
Gérard Depardieu en Cyrano de Bergerac (J. P. Rappeneau, 1990)
Manda narices porque... Llevado a la ficción por el dramaturgo Edmond Rostand, el escritor y espadachín Hercule-Savinien de Cyrano era el primero en reírse de sus descomunales napias, marcadas además (en la vida real) por las bubas de la sífilis. Depardieu destaca entre los actores que han lucido semejante apéndice (José Ferrer en la versión de 1950, Steve Martin en la modernizada Roxanne) por asumir una prótesis adecuadamente protuberante y bulbosa, capaz de llegar a una cita un cuarto de hora antes que él.
Al Pacino en Dick Tracy (Warren Beatty, 1990)
Manda narices porque... En comparación con otras desfiguraciones que pueden verse en esta película, la padecida por el gran Al no era de las más extremas. Sin embargo, y pese a su nominación al Oscar como secundario, Pacino acabó echando pestes del filme. Hasta cierto punto, lo entendemos: llevar tanto látex junto sobre el puente de la nariz debe ser una gaita, máxime cuando el responsable último del filme está más ocupado en sus fornicios con Madonna que en sacar el proyecto adelante.
Ian McKellen en El Señor de los anillos (P. Jackson, 2001-2003)
Manda narices porque... Aquí estamos ante una prótesis discreta, sutil incluso, debida a razones estéticas. Cuanto más largos lleva uno el pelo y la barba, menos se aprecia su nariz, así que Peter Jackson y sus maquilladores decidieron endosarle a Sir Ian una prótesis con la majestuosidad adecuada al mago más majo de la Tierra Media.
Dustin Hoffman en Hook (Steven Spielberg, 1991)
Manda narices porque... Según nos informó en su día J. M. Barrie, el capitán James Garfio había sido el lugarteniente de Barbanegra, y el único hombre al que temía Barbacoa. Como pudimos ver cuando Hoffman se puso su uniforme, lo que impresionaba a ambos bucaneros no era su talante despiadado, sino al tamaño de su tocha.
Jim Carrey en Una serie de catastróficas desdichas...(Brad Silberling, 2004)
Manda narices porque... Ganchuda, puntiaguda, goteante a veces... Sumada a la barbilla extensible, la perilla estropajosa, las cejas y la mirada de inspector de Hacienda en temporada alta, esta nariz nos avisaba de que el Conde Olaf era un asesino de niños, amén de un escritor impresentable. Lástima que, salvo los hermanos Baudelaire, ningún personaje del filme se coscase de ello.
Joseph Gordon-Levitt en Looper (Rian Johnson, 2012)
Manda narices porque... La naturaleza ha dotado a 'JGL' con muchos talentos. Aun así, para resultar convincente como contrapunto juvenil de Bruce Willis, el actor tuvo que vestir unas lentillas azules... Y también una nariz modelo John McClane, entre otras modificaciones. Los testimonios hablan de tres horas de maquillaje diarias para lograr un parecido que, al fin y a la postre, tampoco fue para tanto.
Emma Thompson en La niñera mágica (Kirk Jones, 2005)
Manda narices porque... Nosotros creemos que la ex de Kenneth Branagh es la encarnación viva del concepto 'madurita de buen ver'. Por ello, cuando vimos su drástico maquillaje para esta película (y para su secuela de 2010), casi nos caemos con todo el equipo: esa prodigiosa napia era el remate a un tratamiento intensivo de anti-belleza, con una copiosa ración de verrugas como ingrediente principal. Menos mal que, conforme los hijos de Colin Firth (primero) y Maggie Gyllenhaal (después) iban aprendiendo a comportarse, el rostro de Emma volvía a ser el de siempre.
Danny DeVito en Batman vuelve (T. Burton, 1992)
Manda narices porque... Fiel a su amor por lo grotesco, Tim Burton exageró notoriamente el aspecto delPingüino, un supervillano que en los cómics no pasa de ser un señor bajito y feo con debilidad por los trajes de etiqueta. Aun así, las pintas de DeVito guardan el respeto al original en un punto muy importante: esa nariz postiza con pinta de gancho de pescadería. Parafraseando al personaje: "Con mucho látex y un poco de paciencia, nótese la diferencia".
Robert Downey Jr. en Tropic Thunder (Ben Stiller, 2008)
Manda narices porque... No dejéis que el color os ciegue, lectoras y lectores. Si conseguís ignorar su drástico tinte cutáneo, descubriréis que el rostro de Downey como Kik Lazarus como Lincoln Osiris no sería el mismo de no ser por esa narizota de campeón de los Pesos Pesados. Cuando reparamos en el detalle, nosotros nos vimos obligados a exclamar: "¡Es una nariz haciendo de una nariz disfrazada de otra nariz!".
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