Travis Bickle (Robert De Niro en Taxi Driver, 1976)
Sus pornofilias: Comenzamos con un ejemplo, digamos, vintage: cuando Scorsese y Paul Schrader se sacaron del magín a su taxista ultraviolento, el vídeo doméstico aún no estaba en auge, de modo que este veterano de vietnam insomne y de gatillo fácil acude a sórdidos cines para aliviar sus picores audiovisuales cuando raya el amanecer. Algo que acabará propiciando uno de los mayores momentos de vergüenza ajena de la historia del cine, cuando nuestro héroe decida que su sala X de cabecera es un buen lugar para llevar a Cybill Shepherd, tan fina ella. en su primera cita. Y eso que por entonces ya se habían inventado las comedias románticas
Jim Levenstein (Jason Biggs en American Pie, 1999)
Sus pornofilias: Con el VHS dando sus últimos estertores (no, lectores jóvenes, el dvd no ha existido siempre), los hermanos Chris y Paul Weitz plasmaron en su filme un arquetipo no por antiguo menos veraz: el del adolescente salido y onanista. Antes de que la calentura le lleve a otros experimentos más reposteros, Jim protagoniza su primer epic fail merced a un calcetín, un mando a distancia con las pilas gastadas y un filme para adultos de diálogos estridentes e inenarrables. El cual se resuelve, además, en uno de los peores terrores de esa edad y de esas circunstancias: que tus padres te pillen dándole al manubrio con apoyo cinematográfico.
Richard Pierce (Gregg Edelman en Juegos secretos,2006)
Sus pornofilias: De entre las muchas historias chungas (y sexuales, además) que Todd Field nos contó en esta película, la de este agente publicitario es una de las más patéticas. Porque, pese a estar casado con una señora estupenda e inteligentísima, Brad es un consumado adepto del porno internauta, que no se corta un pelo a la hora de descagar simiente frente a su chica webcammer favorita, ni siquiera en horario laboral. Lo cual nos parecería digno de lástima ya de por sí, pero es que además la esposa de marras esKate Winslet. Desde luego, los hay que no saben apreciar lo que tienen en casa.
Eli (Chris Marquette en La vecina de al lado, 2004)
Sus pornofilias: Seguro que alguna vez has conocido a alguien como Eli. Hablamos de ese chico cuya única pareja sexual es su mano derecha, pero que parece saber más de cine X que Stephen Hawking de astrofísica. El hecho de tener una base de datos sobre porno encerrada en su mollera no sólo sirve de apoyo a sus fantasías onanistas, sino que también le permite reconocer de inmediato a esa chica tan parecida a Eliza Cuthbert que acaba de mudarse a su barrio. Bien para él, mal para ese estudiante tan modosito (Emile Hirsch) que se enamorará de la vecinita.
Dean Tainot (Bryan Cranston en Larry Crowne, 2011)
Sus pornofilias: Asumidlo, chicos: da igual cuántas veces borréis el historial del navegador, o que sudéis tinta para limpiar contenidos poco decorosos del disco duro: vuestras parejas siempre sabrán lo que estáis haciendo realmente durante esos ratos muertos que, según vosotros, os sirven para actualizar el blog. Si Julia Roberts puede calar al mismísimo intérprete de Walter White (recuperando ese registro de tío patético que tan buenos resultados le dio en Malcolm in the Middle) para a continuación vivir un idilio de madurez con Tom Hanks, imagináos en vuestro caso... Mejor hacéis como Dean, y admitís civilizadamente que véis "alguna cosilla erótica" de vez en cuando.
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