Mal que le pese a alguno —o a muchos, qué sé yo— siempre consideraré que ‘Poltergeist’ (id, Tobe Hooper, 1982) es uno de los referentes ineludibles a la hora de hablar del cine de terror así como uno de los filmes más brillantes que el género nos dejó durante la década de los ochenta. Imitadas sus fórmulas hasta la saciedad en los años que siguieron a su estreno, los mimbres que servían a Spielberg, Grais y Victor para sustentar la historia de los Freeling y su contacto con el otro lado han sido utilizados de una forma y otra por un sinfín de las cintas de terror que han incurrido en la vertiente de casas encantadas desde entonces, una sub-categoría del género que en 2010 incorporaba a sus filas esa sorpresa de taquilla que fue ‘Insidious’ (id, James Wan).
Aprovechando el estreno hoy mismo en nuestras pantallas de su alabada segunda parte —que muchos no han tenido reparo en afirmar que es aún mejor que su predecesora, habiendo pasado porSitges con gran acogida—, y considerando que, por puro agotamiento y desencanto hacia el cine de terror actual dejé pasar el visionado de la cinta de Wan hace tres años, me sentaba a principios de semana en la comodidad del sofá de mi salón a visionar una cinta sobre la que algún amigo ya me había comentado que “daba mucho más miedo que ‘Expediente Warren: The Conjuring’“ (‘The Conjuring’, James Wan, 2013).
Y ya que tenemos la oportunidad de compararlas, comencemos eliminando las posibles dudas al respecto: no, ‘Insidious’ no es tan acojonante —y espero disculpen el malsonante epíteto, pero es tan aclaratorio que para qué andarnos con rodeos— como ‘Expediente Warren’, y la clave de esta afirmación está en que mientras que con la cinta estrenada este año servidor tuvo que apartar la mirada de la pantalla en más de dos ocasiones por puro terror, con la proyectada en cines en 2010, esto no ha llegado a ocurrir. ¿Significa esto que ‘Insidious’ no funcione a la perfección? Para nada ¿Quiero implicar que por sus grandes similitudes con ‘Poltergeist’ sea sencillo anticiparse a lo que va a ocurrir y por ello su capacidad de asustar se vea disminuida? Sí.
Resulta encomiable a la hora de revisar el guión escrito por Leigh Wannell el hecho de que el escritor busque el fácil acomodo que es la rápida identificación del espectador de los mecanismos que articulaban el filme de Hooper para, aquí y allá, ir alejándose del mismo hasta obtener un libreto con vida propia plagado tanto de “homenajes” nada velados a la cinta de 1982 como de novedades con las que convencer y aterrorizar al respetable.
Entre los primeros está, no cabe duda, el hecho de que el hilo conductor de la cinta discurra en paralelo a ‘Poltergeist’ con una familia acomodada estadounidense que comienza a sufrir extraños fenómenos paranormales en su vivienda centrados en uno de sus hijos —y cuidado, que no estoy afirmando que el filme producido por Spielberg inventará la rueda en este sentido— y tiene que recurrir a la ayuda de una especialista para poder limpiarla, siendo la figura de uno de los progenitores fundamental en la salvación del infante.
Sin embargo, es en las segundas donde ‘Insidious’ encuentra sus fortalezas y donde se aparta del carril trazado por la cinta de Hooper para ofrecer a los más escépticos del lugar la suficiente cuota de originalidad como para evitar que arremetan contra ella por ser una “mera revisitación”. Dichas fortalezas las podemos hallar tanto en la espléndida dirección de Wan —especial atención merece lo mucho que aprovecha el formato panorámico para que tengamos la impresión de que siempre está pasando algo en los márgenes de la pantalla—, en parte del equipo de intérpretes —Rose Byrne en la parte positiva, el anodino Patrick Wilson en la negativa— y, sobre todo, en una cinta que intenta, aunque no siempre lo consiga, no basar el funcionamiento de su terror en los cansinos golpes de efecto.
(Cuidado, spoilers) Aunque éstos abunden, la sensación general que uno tiene al acabar el visionado es que la capacidad de meter miedo en el cuerpo de ‘Insidious’ no pasa por los súbitos cambios en la ambientación musical acompañados de un brusco movimiento de cámara, sino que su efectividad descansa en ir construyendo una sensación de desasosiego derivada, cómo no, de ir recalando en lo cotidiano como fuente primordial de los terrores del inconsciente. Tanto es así, que es cuando la cinta da el salto a ese “the Further” —desconozco el término en castellano, vi la cinta en versión original— en el que está atrapada la proyección astral de Dalton, el hijo del matrimonio, cuando el filme baja en interés, sobre todo en lo relativo a la figura demoníaca que quiere al niño para sí, terrorífica en el mundo real y una caricatura en el espiritual.
Aunque no tan terrorífica como ‘Expediente Warren’ —que juega en otra liga— ‘Insidious’ es la muestra palpable de que ser la enésima iteración sobre el trillado esquema de las casas encantadas no es óbice para que no se puedan encontrar fórmulas con las que insuflar nuevos aires a un género que parece estar volviendo a recuperar el lustre que antaño tuvo.
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