Admitimos que en ocasiones cuesta creerlo, pero es la pura verdad: cuando nos iniciamos en el oficio, a los críticos de cine no se nos hace jurar que odiaremos a los blockbusters veraniegos sobre todas las cosas. De hecho, aunque a veces la tentación esté ahí, pesan demasiado en la memoria ejemplos como el de Pauline Kael, que puso como hoja de perejil a Star Wars y En busca del Arca perdida, o el del insigne Jonathan Rosenbaum calificando a Regreso al futuro II como "sólo apta para cabezas huecas". Por no hablar de los testarazos que se llevó Hitchcock antes de que la crítica francesa revalorizara su obra. Intelectualizar demasiado las películas hechas para entretener tiene un precio muy alto, que las generaciones futuras se cobrarán opinando, sencillamente, que eras un estirado y un pelmazo de aúpa.
Sin embargo, la idea de una conspiración crítica contra los filmes de palomitas no se ha desvanecido en Hollywood. ¿Queremos un ejemplo? Pues lo tenemos muy a mano: Johnny Depp, Armie Hammer y el director Gore Verbinski arremetieron recientemente en Yahoo! Movies UK & Ireland contra la prensa, acusándola de haber arruinado la carrera comercial de El llanero solitario. "Todos [los críticos] pensaban lo mismo: 'Se trata de un blockbuster, así que tiene que ser esto y aquello", explica Depp, mientras que Hammer se pone directamente conspirativo: "Trataron de hacer lo mismo con Guerra Mundial Z, pero fracasaron", señala el actor. Por supuesto, cabe pensar (como señala Angie Han en Slashfilm) que estos pataleos no tendrían sentido si la película hubiese triunfado en la taquilla de EE UU. Pero, a nosotros, nos dan pie para pensar en otra cosa: ¿cuántos de los grandes éxitos veraniegos de 2013 aguantarán el tipo dentro de unos años?
Aprobando por los pelos
En pos de la objetividad, acudimos al barómetro estadounidense por excelencia: el agregador de críticasRotten Tomatoes. Ahí comprobamos que El llanero solitario cuenta con un escaso 28% de aprobación, lo que se combina con una mala trayectoria comercial. Pero, ¿qué ocurre con otras películas estivales que sí han arrasado en taquilla? Entonces la cosa se pone interesante: El hombre de acero, gran triunfo de la canícula con 486 millones de euros acumulados en todo el mundo, cayó bien entre el 56% de los críticos. Lo cual no suena tan espantoso, salvo si reparamos que Rotten Tomatoes sólo considera como aprobadas a las películas que superan el 60 por ciento.
Así, la cinta de Zack Snyder recibe uno de los temidos manchurrones verdes, y entre las opiniones de la prensa se suceden frases como "Hecha sin humor ni alegría" (Richard Roeper), "Parece El caballero oscuro en versión 'light" (Salon.com) o "El héroe resulta una distracción entre tanta pomposidad"(Village Voice). Incluso una opinión benévola como la de Manohla Dargis, la crítico del New York Times,aparece muy tamizada por el escepticismo: "Snyder no sabe crear mitos", afirma. Hasta aquí, todo parecería un caso típico de plumillas endiosados cargando contra un producto de Hollywood, salvo por un detalle: las reseñas negativas no achacan a El hombre de acero falta de conciencia social, exceso de escenas de acción o un guión sin angurrias existenciales (por citar unos cuantos topicazos del gremio). Señalan su poca competencia como trabajo de entretenimiento, ni más ni menos.
Obviando casos evidentes tanto en el lado de los flops (el 12% de After Earth) o en el de los grandes éxitos, encabezado por el escaso 7% de la muy rentable Niños grandes 2 (de Adam Sandler, ese experto en recaudar millonadas y odios), vemos cómo la triunfadora del verano en España, Ahora me ves... se mueve en el 48%. Por su parte, Lobezno inmortal (68%) y Guerra Mundial Z (67%) comparten sendos aprobados por los pelos, o por las garras de adamántium. El único megahit en escaparse es Star Trek: En la oscuridad, al borde del sobresaliente con un 89% de aprobación crítica. Y eso, ateniéndonos sólo a filmes que ya se han estrenado en nuestro país.
¿Rumbo a la implosión?
Por supuesto, todas estas opiniones son objetables, amén de que habría que cotejar las abismales diferencias de criterio entre la prensa estadounidense y la europea. Por no hablar de la prueba definitiva: la del paso de los años. Pero, como aun es pronto para reivindicaciones, nos contentamos con comentar una cosa. Y es que los filmes más sonados del verano son, bien partes de una franquicia, bien un reboot, bien la secuela de un reboot. Y aunque J. J. Abrams se salve de la quema, consideremos aquello que se preguntaba Robert Downey Jr. durante sus zozobras con Marvel: ¿Hasta cuándo puede alargarse una saga sin que la inercia le arranque la diversión?
Downey puede llorar por un ojo, dado que Iron Man 3 cayó bastante bien entre la prensa. Pero, a su hilo, citemos un reciente artículo de Ben Kendrick en Screen Rant. Según dicha pieza, el panorama de los filmes palomiteros se ha convertido en una sucesión estrenos apelotonados en verano, pensados para acumular beneficios durante sus primeros fines de semana y poseídos por el sídrome del "cuanto más, mejor" en términos de espectacularidad, y de presupuesto. Una visión agorera, es cierto, pero sospechosamente similar a esa profecía formulada por Steven Spielberg y George Lucas a mediados de junio: "Va a producirse una implosión en la que tres, cuatro o puede que media docena de superproducciones se estrellen contra el suelo y eso cambiará el paradigma". Nosotros, puestos a profetizar, señalábamos la temporada de 2015 como posible fecha de dicho cataclismo.
Es probable que tal caída en picado jamás se produzca: recordemos el revuelo que montó el 'Efecto 2000' hace 13 años, y aquí seguimos dándole al Windows. Y quizás Lucas y Spielberg sean unos hipócritas al augurarla: no en vano se les suele acusar de haber matado al Hollywood creativo y vital de los 70 a golpe de superproducciones. Pero recordemos una cosa: cuando dirigieron Encuentros en la Tercera fase, Star Wars o En busca del arca perdida, ambos cineastas no estaban apostando sobre seguro, sino jugándose el cuello (comercial y artísticamente) para revitalizar el cine de aventuras. Con películas, además, que nos recuerdan aun hoy por qué dicho cine vale la pena. Tal vez el regreso de su actitud produciría trabajos más susceptibles de enamorar a varias generaciones. O tal vez la maquinaria comercial del cine podrá seguir avanzando sin preocuparse por esas minucias, como un motor de movimiento perpetuo. Habrá que darle tiempo al tiempo para saberlo.
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