domingo, 24 de noviembre de 2013

Uwe Boll, la crisis y matar al presidente

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Ed Wood lleva colgado el sambenito de ser el peor director de la historia del cine. Si echamos un vistazo a películas como ‘Glen or Glenda’ (id, 1953) podría estar de acuerdo con dicha afirmación, y aunque no existe eso de “el mejor director de la historia” y tampoco lo contrario, creo que Uwe Bollsería un firme candidato para colgarle la etiqueta del peor director de todos los tiempos. Después de asistir a atentados cinematográficos del calibre de ‘House of the Dead’ (id, 2003), ‘Alone in the Dark’ (id, 2005) o ‘BloodRayne’ (id, 2005) a uno no le quedan ganas de seguir adentrándose en la filmografía de un director que, eso sí, pone empeño en lo que hace y se las ingenia de alguna forma para llenar sus películas de caras muy conocidas, uno de los grandes misterios de su trabajo.
En el presente 2013 se ha atrevido por un lado con una película que podría ser el sueño de cualquier hijo de vecino afectado seriamente por la crisis económica que sufrimos, y por otro en el cincuenta aniversario del asesinato de John Fitzgerald Kennedy una película sobre un atentado presidencial que además es un remake, y que en cierto modo parece una continuación casi temática de la otra con la que comparte más de un actor. No he podido resistir la tentación de reencontrarme con el cine de Boll en un programa doble absolutamente delirante que no olvidaré jamás.

‘Assault on Wall Street’

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(From here to the end, Spoilers) Dominic Purcell, el que fuera preso en aquella espantosa serie de televisión titulada ‘Prison Break’ (id, 2005-2009) y que ahora va camino de convertirse en uno de los actores fetiche de Boll —nada raro si pensamos en que su caché debe ser más bien bajo— da vida a un pobre ciudadano medio de los Estados Unidos al que la mala suerte lo ha pillado de lleno. Su mujer está seriamente enferma, debe trabajar turnos dobles para conseguir más dinero en medicamentos y tratamientos y los ahorros de su vida empleados en inversiones por su nada fiable broker se van al garete quedando prácticamente en bancarrota, hasta que el punto de inflexión del relato le lleva a tomar una drástica decisión, armarse y cargarse a todo cuanto pueda en Wall Street. Lo dicho, un sueño hecho película para todo aquel que alguna vez lo haya deseado, que me temo somos muchos.
El problema una vez más está no en lo que se cuenta sino en cómo se cuenta. Una puesta en escena errónea, cámara en mano para darle un toque de realismo, lastra las posibilidades de una historia que suelta unas cuantas verdades pero de forma muy simple y vulgar, por no hablar de un trabajo actoral que raya lo patético, con un irreconocible, repito, irreconocible, Edward Furlong en la piel del mejor amigo del protagonista y cuya presencia no es más que para rellenar, lo mismo que los policías protagonizados por Michael Paré y Keith David, de sobra conocidos por todo aquel amante del cine ochentero, viejas glorias que prestan sus rostros a una película que además, y esto no lo contaré, porque DEBÉIS VERLO, posee un final absolutamente delirante que termina de redondear la osadía y desvergüenza del producto. Tan, tan mala que hasta se le pilla cariño.

‘Suddenly’

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Después de filmar la ya comentada, Uwe Boll se lanzó enseguida a filmar otra película, ‘Suddenly’(id, 2013), en este caso un remake de una película dirigida por Lewis Allen en 1953‘De repente’(‘Suddenly’) —también conocida como ‘Repentinamente’— protagonizada por Frank Sinatra y sobre la que existe una anécdota muy curiosa. Cuando JFK fue asesinado Sinatra quiso retirar de la circulación esta película debido a las semejanzas con el asesinato. Casi podríamos estar hablando de un título profético y que sin ser un gran film poseía grandes momentos de tensión y unas interpretaciones loables, precisamente lo que no tiene el remake que cuenta además con el añadido de Dominic Purcell en un personaje que parece la extensión del de ‘Assault on Wall Street’, enfrentado para la ocasión a un Ray Liotta que cumple sin más. Las dos caras del patriotismo sin entrar en detalles, de forma ramplona y llana en una película que le hace un flaco favor a la original.
Aquí ya no hay cámara en mano, la puesta en escena no se aparta ni un milímetro de lo visto en cualquier telefilm de tres al cuarto con el mismo argumento. Repiten actores de la anterior, como un incansable Michael Paré, aquí como terrorista con dudas morales, y Erin Karpluk, en la anterior sufrida esposa del protagonista y en ésta sufrida madre cuya casa es perfecta para disparar desde ella al odiado presidente de los Estados Unidos. Algún forcejeo por aquí y algún disparo por allá suponen los pocos momentos de acción en una película que no aprovecha el potencial psicológico de la historia, algo que sí hacía el film de Allen y por eso es recordado.
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Perfectas para dejar el cerebro en blanco y dejarse arrastrar.

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