Supongo que el verano, ese que este año hemos disfrutado en Galicia más que nunca, es una de las épocas favoritas de muchos de nosotros. Así mismo imagino que en nuestra memoria tenemos guardado cual tesoro uno de esos veranos de nuestra adolescencia, esa etapa tan difícil para padres e hijos, uno de esos veranos que de vez en cuando nos gusta recordar porque algo se coció en aquel momento que nos hizo sentir como nunca, tal vez un beso, tal vez una inolvidable amistad o tal vez descubrir que el mundo es mucho más amplio que todo aquello que te ata a una familia que no has elegido.
Nat Faxon y Jim Rash, actores, escritores y ahora directores, recibieron todos los elogios posibles cuando se estrenó la estupenda ‘Los descendientes’ (‘The Descendants’, Alexander Payne, 2011), para el que firma la mejor película de su director, quien se llevó un Oscar por su labor en el guión al lado de los antes mencionados. Con un impecable trabajo de George Clooney el film estuvo en boca de todos, y ahora Faxon y Rash regresan con ‘El camino de vuelta’ (‘The Way Way Back’, 2013), que no ha obtenido tanta publicidad como el film de Payne, lo que reducirá sus posibilidades entre el público que sólo ve películas porque se las anuncian hasta en la sopa. Sin embargo la presente no tiene nada que envidiar al film de Payne y transmite una agradable sensación de nostalgia al proponer un viaje temporal gracias a un simbólico parque acuático.
(From here to the end, Spoilers) Duncan (Lion James) es un chaval de 14 años que va a pasar el verano a una casa de playa, propiedad del novio de su madre —papeles a cargo de Steve Carell, muy alejado de las tonterías que le hicieron famoso, y Toni Collette, que no encuentro ninguna película en la que esta actriz esté mal—, algo que no le hace mucha gracia, ya que Duncan es un chaval solitario, introvertido y con serios problemas de comunicación. Pero algo ocurrirá ese veranos que le hará enfrentarse a la vida desde otra perspectiva y decidir, como ocurre en un momento dado del film, cuál ha de ser su propio camino a seguir. No parece que haya nada nuevo bajo el sol, sobre todo si tenemos en cuenta que buscar la originalidad en el cine hoy día es tarea harto imposible.
Sin embargo ‘El camino de vuelta’ posee un atractivo que se hace irresistible y se disfruta con los brazos abiertos como si fuese una muy grande película, que no lo es. Pero Nat Faxon y Jim Rashhan encontrado a mi parecer un mayor equilibrio en la historia que narran que en el film de Payne —y con esto no estoy diciendo que el presente sea mejor que el otro, ambos me gustan por igual—, y al ser ellos los directores, que por cierto se reservan dos personajes secundarios, uno de ellos muy divertido, han sabido ver mejor que nadie las posibilidades de poner en imágenes un texto que si bien contiene algunos tópicos los maneja con habilidad gracias a soluciones de puesta en escena tan sencillas como inteligentes —atención a cómo encuadran muchas veces a los actores—, a unos personajes muy bien dibujados, y sobre todo a un elenco en verdadero estado de gracia. Un elenco en el que cualquier espectador puede verse reflejado si así lo quiere, debido a la cercanía y familiaridad de muchos de los personajes, que ante todo son creíbles.
‘El camino de vuelta’, a pesar de su tono amable, no hace favores de ningún tipo, y pone las cartas sobre la mesa. Los adolescentes que buscan su camino, ya sea dentro de una familia que no desean, o en un parque acuático que casi parece una máquina del tiempo —como señalando que cualquier tiempo pasado fue mejor, añorando tal vez esa época a la que todos queremos regresar, e incluso vivir constantemente, como así quiere el personaje de un pletórico Sam Rockwell—; y no tienen a nadie a quien emular dado el penoso dibujo del mundo adulto que hace el film. Los mayores en ‘El camino de vuelta’ son niños grandes que también cometen sus errores y como todos a veces se han perdido. Algunos se justifican con mentiras o estando ciegos, otros asumiendo lo que son y podrían ser y sobre todo tomando conciencia de sí mismos. El equilibrio y contraste en esa diferencia generacional es de lo más logrado del film.
No importa que a veces la película sea algo autocomplaciente, su visionado se pasa en un suspiro, aceptando sin prejuicios el juego propuesto por sus directores. A ello hay que sumar que Steve Carell realiza una de sus mejores interpretaciones evitando todo tic y mostrando un lado oscuro realmente tenso —atención a sus planos finales en el coche—, y lo mismo puede decirse de Sam Rockwell , cuya aparición hace subir enteros al film, luciéndose con uno de esos papeles caramelo que rara vez caen en manos de un actor. Su Owen representa a ese amigo adulto que todos quisimos tener, alguien con una vitalidad inacabable, superviviente nato y conocedor de algunos secretos vitales. Rockwell, que improvisó buena parte de sus diálogos jamás está sobre-actuado a pesar de la libertad que tuvo, y el saberse controlar con un personaje que tiende a ello, le hace ser grande por primera vez en su carrera.
‘El camino de vuelta’ es una película deliciosa, que además controla muy bien sus golpes de humor y posee en su banda sonora perlas como la siguiente. A este mundo venimos solos y nos vamos de él solos, pero en medio…
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