Creo que acudir a festivales, aparte de ofrecer una maravillosa oportunidad de ampliar la perspectiva sobre el cine que se hace en el mundo, requieren que uno se esfuerce por ser un espectador más paciente, inquisitivo y reflexivo. Siempre que uno esté abierto a esa posibilidad, por supuesto. Lo he notado estos primeros días en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde ya han empezado a proyectarse lo que podríamos llamar “películas difíciles”. De las que no buscan entretener o satisfacer al público, sino presentar una serie de situaciones y obligar a pensar sobre lo que está viendo, incomodando si es necesario para la coherencia del relato. Lo cual no quiere decir que sean mejores que las otras, depende de cada caso. Hoy os voy a hablar de una de esas películas.
El último film del bosnio Danis Tanovic —ganador del Oscar con ‘En tierra de nadie’ (‘No Man´s Land’, 2001)— es uno de los títulos más relevantes de los dieciséis que compiten por el Giraldillo de Oro; ‘Un episodio en la vida de un chatarrero’ (‘Epizoda u zivotu beraca zeljeza’, 2013) triunfó en la última edición de la Berlinale al ganar el Oso de Plata al mejor actor y el Gran Premio del Jurado. La película recrea una historia real, la de una familia pobre que lleva la mejor vida que pueden —tienen televisión y DVD— con el dinero de la chatarra que logra vender el padre.
La rutina de esta familia se rompe cuando la madre comienza a sentir un intenso dolor en el estómado y es llevada al hospital. Allí les comunican que es necesaria una operación para salvarle la vida pero como la paciente no tiene tarjeta sanitaria, les va a costar una importante suma de dinero, que por supuesto no tienen. O consiguen la tarjeta o la mujer muere. Y poco más nos cuenta Tanovic. La cuestión se resuelve —no os digo de qué manera aunque es fácil de imaginar— y se acabó este “episodio”. Vuelta a empezar.
‘Un episodio en la vida de un chatarrero’ consiste básicamente en ver escenas cotidianas de esta familia, como el protagonista cortando leña, caminando de un lado para otro con cara de preocupación, esperando en el hospital, buscando entre la basura o destrozando un coche para vender las piezas. Así transcurren unos 70 minutos que a mí me dejaron prácticamente igual que como entré en la sala. Que nadie me malinterprete, lamento mucho la situación de esta gente y es terrible lo que les pasó, es la puesta en escena, el ¿guion? y lo anodino de muchas situaciones lo que meaburre, lo que no me dice nada.
Tanovic, que en un principio pensaba hacer un documental —parecía mejor opción, al menos habría tensión por asistir a hechos reales—, rodó la película con 17.000 euros y una Canon 5D Mark II que coló en algunas escenas de manera clandestina, para abaratar costes. En cuanto al reparto, en consonancia con el neorrealismo —se ha comparado este film con ‘Ladrón de bicicletas’ (‘Ladri di biciclette’, Vittorio de Sica, 1948)—, no solo trabajó con actores no profesionales sino que además esas personas que aparecen en la pantalla son los auténticos protagonistas de lo que se está narrando. Excepto los médicos, tengo entendido, por razones obvias.
Que Nazif Mujic haya ganado un premio por interpretarse a sí mismo —y haciendo lo que os he contado, nada especial— me parece un completo disparate, una de esas decisiones que restan crédito a lo que se premia en festivales.
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