Roger Michell es otro de esos directores británicos a los que se le dan como nadie la comedia romántica. No hay más que repasar su filmografía para toparse de golpe con ‘Notting Hill’ (id, 1999), que aunque muchos no lo queráis aceptar es un clásico moderno del género. Ahora, Michell llega con ‘Le week-end’, presentada en la sección oficial del pasado Festival de Cine de San Sebastián y que, aunque no pasará a recibir el nombre de ‘clásico moderno’, cabe destacar de ella muchísimas cosas de ella.
En ‘Le week-end’ nos enfrentamos a la crisis matrimonial de Nick y Meg, dos profesores británicos con su vida ya resuelta. Se despiertan cada mañana ahogados por una rutina asfixiante y un trabajo que nunca irá a más. Por ello deciden tomar una decisión de hacer un viaje exprés a la ciudad del amor, París, donde pasaron su luna de miel hace 30 años. Con sus hijos ya independizados, su relación está estancada y el objetivo del viaje es recordar por qué se enamoraron. Aunque no todo sale como ellos planean y los diferentes obstáculos que se encuentran les hacen darse cuenta de que su relación está más deteriorada de lo que ellos imaginaban y poco a poco descubrirán un lado oculto en toda relación sentimental.
‘Le week-end’, siempre nos quedará París
Una vez más, París se convierte en el destino romántico de una pareja en sus intentos de hacer arder de nuevo la llama de la pasión y el amor en su relación. Una película más sobre parejas maduras que añadir a esta tendencia que ha ido aflorando poco a poco en el cine birtánico y que se caracterizan por su elegancia, buen gusto y sentido del humor con aires de nostalgia (veánse‘El Cuarteto’ de Dustin Hoffman o ‘El éxotico hotel Marigold’ de John Madden). ‘Le Week-end’ es precisamente eso, una comedia elegante y nostálgica sobre el amor maduro sobre una pareja que regresa a París, la ciudad donde pasó su luna de miel y que —y salvando las distancias, ¡ojo!— puede llegar a recordarnos a Jesse y Céline, de la trilogía ‘Antes de…’ de Richard Linklater. Sus personajes, como los de Linklater, están muy bien escritos y no se basan en diálogos evidentes para contarnos su historia, si no que lo hace de una forma sútil, equilibrada y bien ligada para que el espectador salga del cine conociendo a la perfección el pasado y el presente de esta pareja de profesores maduros.
Roger Michell rueda con una elegancia digna de la ciudad en la que sitúa su historia. Sus elecciones estéticas y visuales, y en algún momento narrativas, hacen clara referencia a los años dorados de la Novelle Vague francesa y su aire nostálgico —su referencia directa a ‘Bande à part’(Jean-Luc Godard, 1964) es lo mejor de la cinta y el resumen perfecto de lo que nos quiere contar—. Una pena que, en lo que a la trama se refiere, termine haciéndose pesada por su repetición de estructura dentro de la cinta y la utilización de giros forzados y evidentes en su intento de alejarse un poco de ser una adaptación moderna —y británica— del espíritu del movimiento cinematográfico francés.
Una pareja con clase
Si la pareja de intérpretes elegidos por Michell hubiera tenido la mitad de química y elegancia de la que tienen Lindsay Duncan y Jim Broadbent, la película habría perdido su razón de ser. Dos actores totalmente opuestos, interpretando dos personajes totalmente opuestos. Y es que es en esta oposición donde está la gracia y donde saltan las chispas. Mientras que Broadbentinterpreta al marido que quiere revivir aquella magnífica luna de miel en un hotelucho de mala muerte de París —que entonces fue el nido de amor perfecto—; Duncan resulta antipática en sus intentos de ser espontánea y dejar casi en ridículo a su marido al trasladarse a un hotel de lujo. Los polos opuestos se atraen, y en ‘Le Week-end’, Roger Michell y sus intérpretes nos lo dejan claro.
Aunque no será ningún éxito en taquilla, ‘Le Week-end’ conseguirá agradar a muchos por su tono de comedia amable y nostálgica, y sin necesidad de que esos ‘muchos’ sea únicamente un público maduro que puede sentirse identificado con la película. A pesar de los fallos en su trama, ‘Le Week-end’ y la exquisitez con la que está rodada, París, el insoportable personaje interpretado por Jeff Goldblum y su homenaje a la cinta de Godard, hacen que sea una más que buena elección de cine para el fin de semana.
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