Este 30 de Noviembre, falleció el actor Paul Walker, nacido el 30 de Septiembre de 1973, a la edad de cuarenta años. Iba de copiloto a un evento solidario que organizó llamado Reach Out Worldwide, cuya recaudación iba destinada a las víctimas del tifón Haiyan.
La carrera de Paul William Walker IV era conocido por la exitosa saga Fast & The Furious, cuyas peliculas protagonizó, con la excepción de la tercera entrega, y cuyo éxito continuaba naturalmente, siendo la séptima entrega, dirigida por James Wan, ya su película póstuma junto al último trabajo de Luc Besson, en labores de producción y guión, llamado ‘Brick Mansions’ (id, 2014).
La carrera de Walker empezó en el cine juvenil, dando papeles de lo más recordados – al menos por personas como yo, que empezamos a ir al cine sin otra compañía que la de los amigos y amigas de mi edad a los doce años y que teníamos como feliz costumbre mezclar la visita a las salas con un cierto completismo de videoclub – como ‘Juego de campeones’ (Varsity Blues, 1999) o ‘Alguien como tú’(She’s all that, 1999) en las que, con cierta solvencia, interpretaba al quinta-esencial (y ya algo crecido, como es costumbre habitual en muchas de esas comedias) cuasi post-adolescente norteamericano.
El papel de Brian O’Conner, el policía infiltrado en una banda, de ‘A todo gas’ (The Fast & The Furious, 2000) sería el más rentable hasta la fecha; apareciendo reunido junto al protagonista Vin Diesel en la cuarta, quinta, sexta y séptima entrega, dirigidas con gran brío por Justin Lin, quien supo convertir lo que en principio era una imitación de ‘Le llamaban Bodhi’ (Point Break, 1991) en una sugerente y carismática saga de aventuras, cine de atracos y espectáculo que proponía una versión anabolizada de ciertos ejemplos de los sesenta.
Pese a que trabajó con directores como Clint Eastwood, en un pequeño rol en ‘Banderas de nuestros padres’ (Flags of our fathers, 2005), la carrera de Walker se deslizaba cómoda en películas de acción y thriller, sin ningún tipo de problema.
Pero a mi me gustaban mucho, de todas las películas que rodó Walker, un par que la gente no suele mencionar y que me parecen dos pequeñas películas cercanas al estatus “de culto”. La primera es ‘Nunca juegues con extraños’ (Joy Ride, 2001), una endiablada variación de la película de carretera, con un guión de J.J. Abrams del todo brillante y en el que la magnética Leelee Sobieski acompañaba a Walker en un viaje del todo peligroso.
La segunda, y en mi opinión todavía hoy su mejor película e interpretación, es ‘La prueba del crimen’ (Running Scared, 2005) un neo-noir en el que se narra, literalmente, un descenso a los infiernos, rodado de manera impecablemente estilizada por Wayne Kramer y repleto de simbolismo y un sentido insólito de la belleza. Son esas las que hoy, o mañana o tal vez muchos otros días, deberíamos ver en su honor.
La segunda, y en mi opinión todavía hoy su mejor película e interpretación, es ‘La prueba del crimen’ (Running Scared, 2005) un neo-noir en el que se narra, literalmente, un descenso a los infiernos, rodado de manera impecablemente estilizada por Wayne Kramer y repleto de simbolismo y un sentido insólito de la belleza. Son esas las que hoy, o mañana o tal vez muchos otros días, deberíamos ver en su honor.
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