Casi perfecto
¿Le queda algo por probar como actor? Al Pacino se encuentra entre los cinco mejores intérpretes vivos del momento. La duda es si hay papeles en el mercado a la altura de su talento.
Porque después de haber visto cumplido su sueño de encarnar a Shylock en El mercader de Venecia, y de haber dado rienda suelta a sus deseos de dirigir con Looking for Richard, un singular proyecto que traslucía amor a Shakespeare por todos sus poros, casi se puede decir que Al Pacino ha hecho ya de todo. Le queda si acaso demostrar sus dotes como comediante, aunque algún atisbo de su poderío en este campo hemos visto en filmes como Esencia de mujer oS1m0ne.
1940, el Bronx, Nueva York. Aquí nace y vive sus primeros años Alfredo Pacino. Amante desde niño del cine, es capaz de repetir frases enteras de sus películas favoritas. En el colegio interviene en representaciones teatrales. Aquello le gusta, así que decide dedicarse a ello: estudiará en Actor´s Studio y en el Herbert Berghof Studio, se empapará del Método, vivirá a fondo cada uno de sus papeles. En la escena se labra un prestigio que culmina con un premio Tony. No lo sabe entonces, pero su destino es el cine, un trabajo del que llegará a decir, comparando con el teatro: “Para mí, hacer cine es mucho más duro en muchos sentidos. Por un lado, es un trabajo de 14 horas diarias. Trabajas y luego esperas, trabajas y vuelves a esperar. Es tan intermitente. Para mí, es mucho más difícil.”
Su primera película de entidad le lleva a dar vida a un yonki: Pánico en Needle Park (1971). Su composición es intensa, aunque se trata de un film minoritario. Pero Francis Ford Coppola le ha visto, y quiere que Al sea el Michael Corleone de El padrino (1972). Borda su trabajo como el heredero a su pesar de los Corleone, y dará nuevos matices al personaje en la segunda entrega (de 1974, con la decisión de eliminar a Fredo) y en la tercera (de 1990, donde su empeño es redimirse, alcanzar el perdón). Con Sidney Lumet es poli en un mundo de corrupción (Sérpico, 1973), o torpe atracador de bancos (Tarde de perros, 1975). Pacino queda abonado al thriller o al drama intenso, pero a cada nuevo papel sabe darle algo nuevo: el abogado de Justicia para todos(1979), su gángster Tony Montana de El precio del poder (1983), su detective de Melodía de seducción (1989). Fracasa en cambio en su incursión en el cine histórico (Revolución, 1985), y la cosa pesa hasta el punto de permanecer cuatro años fuera de la pantalla.
“Cuando era más joven, metía mucho más la cabeza en el papel. Permanecía con su estado de ánimo todo el rato. Ahora, siento que puedo entrar y salir más fácilmente.” Se nota que es cierto lo que dice Al Pacino. Su composición de Big Boy Caprice en Dick Tracy (1990), envuelto en una espesa capa de maquillaje, la hace casi con los ojos cerrados. Trabajos como Frankie & Johnny,Esencia de mujer (Oscar al fin) y Glengarry Glen Rose, parece como si fluyeran con gran facilidad. EnDonnie Brasco, El dilema, Heat (por primera vez, frente a Robert De Niro), Atrapado por su pasado, se diría que le basta con ponerse ante la cámara y recitar su diálogo. Sensación confirmada por sus naturales trabajos en las recientes La prueba, S1m0ne, Relaciones confidenciales, Insomnio.
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