Fuerza y honor
Es un actor serio como pocos. Odia la falsedad y guardar las apariencias. Y tiene muy claro que no quiere hacer el ridículo: cada uno de sus papeles es un ejemplo de hondura y autenticidad. Quizá sea el actor más completo de los últimos años.
De un tiempo a esta parte todo lo que toca es oro. Recientemente ha triunfado en la piel del boxeador Jim Braddock, repartiendo directos y uppercuts en pro del sueño americano. También ha tenido algún que otro encontronazo con la justicia, pero es que si hay algo que Crowe no soporta es el frívolo famoseo, el acoso de los "paparazzi" y toda la tontuna que rodea a las estrellas. Da una imagen de tipo normal y corriente (un poco chulo, es cierto), enamorado del rock, amigo de sus amigos y sobre todo con una vida que se antoja plena al margen de las películas. Casado desde 2003 con la actriz y cantante Danielle Spencer, con quien espera su segundo hijo, vive feliz allá en su querido rancho australiano de 225 hectáreas, al noroeste de Sydney. “Me mudaría a Los Ángeles si Australia y Nueva Zelanda fueran tragadas por una enorme ola gigante, si hubiera una peste bubónica en Europa, y si todo el continente africano desapareciera por algún ataque marciano”. Eso es lo que se llama abominar del ambientillo pachanguero y palmeril de Beverly Hills.
Russell Ira Crowe nació en Wellington (Nueva Zelanda) el 7 de abril de 1964, pero con tan sólo cuatro años marchó a Australia con su familia. Hoy se siente tan australiano como neozelandés y ha solicitado varias veces la nacionalidad “aussie”. Su abuelo emigró desde Wales y él afirma que tiene ancestros irlandeses, noruegos y maoríes. Desde pequeño estuvo en contacto con el mundo del cine, ya que sus padres, Jocelyn y Alex, eran dueños de una compañía de catering para rodajes de películas. A los seis años el joven Rusty se puso frente a una cámara de televisión y más tarde, ya a los 14, fundó el grupo de rock 30 Odd Foot of Grunt. Comenzó a estudiar interpretación en el National Institute for Dramatics Arts de Sydney, pero tuvo que desistir al quedar su padre sin trabajo y tener que sacarse las habichuelas en trabajillos de poca monta. Y así hasta que decidió que iba a ser actor, pues “más valía estrellarse que deslizarse cuesta abajo”, según sus palabras.
A los veinticinco años hizo su debut en la serie de televisión Living with the Law (1988) y dos años más tarde entró en el cine gracias a la bélica Juramento de sangre. Ese mismo año conocería, en el drama The Crossing, a quien 13 años más tarde se convertiría en la Sra. Crowe, la actriz Danielle Spencer. Además, por ese film recibió la primera nominación de su carrera por parte del Australian Film Institute (AFI), premio que ganó finalmente en 1991 y 1992, con las notables Proof y Romper Stomper. En los dos años siguientes destacaron sus trabajos en Tensa espera (1993) y en el drama familiar Nosotros dos (1994). Pero fue gracias a su papel de Hando por el que entró en Hollywood. Resulta que la por entonces sex symbol Sharon Stone quedó encandilada de él cuando vio Romper Stomper y ofreció a Crowe un papel importante en Rápida y mortal (1995), western de Sam Raimi que producía y protagonizaba la actriz. Y el aussie pasó con nota el examen yanqui. Luego, tras las mediocres Virtuosity y Hechizo en la ruta maya, espació más sus trabajos y dieron comienzo los grandes papeles de este monstruo de la interpretación. Su composición de Bud White en L.A. Confidential (1997) es verdaderamente descomunal, tanto como la que hizo del sufrido Jeffrey Wigand en El dilema (1999), por la cual fue nominado al Oscar. No ganó la estatuilla, sin embargo, hasta convertirse en el heroico Maximus Decimus Meridius deGladiator (2000), un tipo de personaje que no recibía desde hacía mucho tiempo el respeto de la crítica y del público. Más tarde, tras Prueba de vida, volvió a dar muestras de su extraordinaria versatilidad como el matemático John Nash en Una mente maravillosa (2001), con nueva nominación al Oscar. Su regresó a la épica tuvo lugar en la fantástica aventura naval Master and Commander (2003), dirigida con maestría por el australiano Peter Weir, y de la mano de Ron Howard en la reciente Cinderella Man (2005). Actualmente tiene por estrenar A Good Year, drama que tiene lugar en la campiña vitícola francesa y que ha dirigido Ridley Scott. Por lo demás, su carrera musical ha fructificado en tres álbumes que, al contrario que su cine, no ha tenido mucha respuesta del público. Pero a él no parece importarle y sigue dedicando canciones a sus amigos, entre ellos a Jodie Foster o al fallecido Richard Harris. Entretanto, prosigue poco a poco sumando papelones, con las ideas muy claras: “Hay tres tipos de películas: las que te importan y están dirigidas por un director con quien deseas trabajar; las que haces por razones políticas -los actores tienen pedigrí y hay un gran equipo; y las que son descomunales, por las que te ofrecen tanto dinero que ni te lo piensas un segundo. Lo que sucede, es que no estoy interesado en las categoría segunda y tercera”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario