¡Esta no es mi novela!": 10 adaptaciones literarias muy infieles
31.07.2013
¿Te parece que 'Guerra Mundial Z' no se parece en nada al libro de Max Brooks? Te aseguramos que, al lado de estos filmes, es un modelo de literalidad.
¿En qué se parecen Guerra Mundial Z, el best seller literario, y Guerra Mundial Z, el filme que se estrena esta semana? Un fan del libro sólo tendría una respuesta: "En que en ambos salen zombies". Mientras que la novela de Max Brooks (quien, por cierto, es hijo del gran Mel Brooks) es un reportaje imaginario tan denso y tan metódico como un tochazo académico, la película protagonizada y producida por Brad Pitt es ni más ni menos que una película con muertos vivientes. Algo que no vamos a reprochar, porque los falsos documentales no suelen triunfar en taquilla, pero que nos viene de perlas para recordar esas películas que, vendiéndose a sí mismas con el título de un libro de éxito, se parecían tanto a sus originales como un huevo a una castaña.
El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
El libro: Un Stephen King ya consagrado nos cuenta la historia de una familia con problemas que se muda a un hotel lleno de fantasmas. Los espíritus harán presa en el padre alcohólico, convirtiendo a su guapísima esposa y a su hijo telépata en víctimas propiciatorias.
La película: Un Stanley Kubrick en apuros económicos nos cuenta la historia de una familia con problemas que se muda a un hotel de turbio pasado. Al padre, un alcohólico maltratador que gesticula como Jack Nicholson, no tarda en írsele la pinza, creándonos una duda: ¿hay fantasmas en el edificio, o es que las alucinaciones del señor son contagiosas?
¿Salimos ganando con el cambio? Vale, El resplandor no es el caso más flagrante de una adaptación infiel, pero el cabreo que Stephen King se agarró al verla (recordemos su frase inmortal: "Es como un coche muy bonito al que le falta el motor") justifica su inclusión en este informe. Máxime cuando el propio escritor respaldó una adaptación en forma de miniserie televisiva (1997) que respetaba mucho más fielmente el texto del original, pero que queda muy deslucida en comparación con el filme.
Desafío total (Paul Verhoeven, 1990)
El libro: Ateniéndose a sus modos anfetamínicos, Philip K. Dick nos presenta a Douglas Quail, un oficinista de mediana edad y tirando a enclenque, en cuyo subconsciente podría estar la clave para evitar una invasión alienígena.
La película: Ebrio de testosterona tras el éxito de Robocop, Paul Verhoeven nos presenta a Douglas Quaid (Arnold Schwarzenegger), albañil de épica musculatura capaz de dejar un rastro de destrucción entre la Tierra y Marte sin dejar de preguntarse lo de "¿es esto un sueño?".
¿Salimos ganando con el cambio? Los fans de Dick que acusaron a Blade Runner de traicionar al mítico escritor debieron quedarse patidifusos cuando Verhoeven estrenó esta presunta adaptación, nacida con el propósito de ser "En busca del Arca perdida en el espacio". Aunque se salte a la torera la trama del original, Desafío total respeta varias de las constantes literarias de Dick, como la paranoia y el humor negro. Estamos seguros de que Philip la hubiese disfrutado.
Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo...(Woody Allen, 1972)
El libro: Algo escandaloso en su día (fue publicado en 1969) el best seller del psiquiatra David Reubenresulta un entrañable manual de sexología para principiantes.
La película: El cuarto largometraje de Woody Allen es un festival de humor escatológico, poblado por reinas medievales calentorras, italianos gafapastas, psiquiatras zoofílicos y espermatozoides con gafas.
¿Salimos ganando con el cambio? Por una parte, tenemos un texto con pretensiones clínicas y orientado a parejas de mediana edad. Por otra, a ese Gene Wilder sorprendido en el tálamo con su amante oveja. ¿Cuál de las dos opciones te parece más adecuada a la hora de echar unas risas?
El libro de buen amor (Tomás Aznar, 1975)
El libro: Poco se sabe de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, pero a juzgar por las anécdotas, los poemas y las fábulas contenidas en su única obra literaria, podemos deducir que era un cachondo de mucho cuidado con poco amor por la Iglesia y la aristocracia.
La película: Un señor llamado Juan Ruiz (Patxi Andion, luciendo calzas ajustadas y pecholobo) se pasea por la Castilla medieval folgando con cuanta hembra placentera se le cruza por delante. Ah, y también canta de vez en cuando.
¿Salimos ganando con el cambio? El libro de buen amor nos viene de perlas para mencionar esas películas con coartada cultural que (sin duda inspirado por Pasolini y sus cosas del Decamerón) se dejaron ver tanto en la España del destape. En el filme, todo sea dicho, hay poca carne al descubierto, pero resulta más ameno que un examen de Literatura.
Carne trémula (Pedro Almodóvar, 1997)
El libro: Victor Jenner, un violador inglés enfermo del mal de Huntington (el mismo que aquejaba a Olivia Wilde en House) ha pasado diez años en la cárcel por dejar parapléjico a un policía. Tras salir del trullo, el empeño en descubrir la auténtica causa del incidente pondrá al descubierto los siniestros vericuetos de su vida.
La película: Nacido a bordo de un autobús, Víctor Plaza (Liberto Rabal) dejó parapléjico de un tiro a un policía (Javier Bardem) durante una discusión. El reencuentro con el agente, ahora una estrella del baloncesto en silla de ruedas, precipitará una turbulenta historia de cuernos y un par de reflexiones sobre la Transición y el Franquismo.
¿Salimos ganando con el cambio? Cuando Carne trémula llegó a los cines, el manchego universal comentó que no le convencían las explicaciones de la autora Ruth Rendell sobre la psicología de su personaje, y que añadió el detalle del basket paralímpico porque quedaba bonito. "Las adaptaciones hay que hacerlas con total infidelidad", comentaba Almodóvar. Y, con infidelidad o sin ella, este sigue siendo uno de sus filmes menos valorados en España.
El cortador de césped (Brett Leonard, 1992)
El libro: Un señor de clase media descubre que su recién contratado jardinero realiza rituales paganos (en pelota picada) durante el ejercicio de su trabajo. Y no sólo eso, sino que también acostumbra a sacrificar a los clientes que se quejan.
La película: Gracias a la realidad virtual (sí, eran los 90), a la sustancia química de rigor y a los manejos del doctor Pierce Brosnan, el jardinero Jeff Fahey digievoluciona de disminuído psíquico cachas a superhombre del Ciberespacio.
¿Salimos ganando con el cambio? Como verás, el parecido entre el relato original y el argumento de la película son pura coincidencia: resulta que los productores habían comprado los derechos de un cuento de Stephen King (sí, otra vez él) del cual emplearon el título, pero nada más, a ver si así arañaban unas cifras en la taquilla. Conocido en su momento por cierta escena de sexo digital, El cortador de céspedresultó un producto tan infumable que el escritor demandó a New Line Cinema. Y, suponemos, acabó pensando que lo de Kubrick y El resplandor tampoco era para tanto.
La espía que me amó (Lewis Gilbert, 1977)
El libro: Vivienne Michel, mocita canadiense de vida amorosa desordenada, se ve envuelta en un affairecon unos gángsters a resultas del cual su vida correrá peligro. Un tal James Bond, agente secreto con licencia para matar, aparece como personaje secundario. Y yace con la chica, claro.
La película: James Bond (Roger Moore), agente secreto con licencia para matar, investiga la desaparición de varios misiles nucleares. Sus peripecias le harán arrimarse (mucho) a Anya Amasova (Barbara Bach), agente soviética apodada 'Triple X'.
¿Salimos ganando con el cambio? Por lo general, los escritores se indignan cuando las adaptaciones de sus libros no respetan al original. Pero el caso de Ian Fleming fue justo el contrario: cuando los productores de la saga de Bond se interesaron por esta novela, el papá de 007 les exigió que sólo usaran su título y que se inventaran el resto, dado que la consideraba su peor obra. Por cierto, uno de los candidatos para dirigir el filme fue un tal Steven Spielberg.
Yo, robot (Lewis Gilbert, 2004)
El libro: En 1950, cuando casi todos los androides de la ciencia-ficción eran malignas criaturas metálicas,Isaac Asimov publicó una colección de relatos en la cual los engendros mecánicos resultaban muy majos, cuando no directamente encantadores.
La película: El detective Del Spooner (Will Smith) odia a los robots. Lo cual le viene fatal, porque vive en un mundo futuro donde los humanoides positrónicos están por todas partes. Investigando un asesinato presuntamente cometido por una máquina, Spooner trabará conocimiento con Susan Calvin (Bridget Moynihan), pionera de la psicología robótica.
¿Salimos ganando con el cambio? Tras protagonizar Soy leyenda (filme que tampoco era un dechado de fidelidad a su original literario), Smith apareció a esta película construída a base de retazos de la obraasimoviana. Basada muy levemente en el cuento El pequeño robot perdido, Yo, robot prescinde del clima detectivesco de muchos relatos del autor en favor de la acción pura y dura. Lo cual puede parecer un factor negativo... Hasta que nos acordamos de esa otra adaptación de Asimov, muy literal ella, titulada El hombre bicentenario.
El caso Bourne (Doug Lyman, 2002)
El libro: Víctima de amnesia en la vida real, Robert Ludlum aprovechó sus experiencias para crear a Jason Bourne, espía desmemoriado y veterano de Vietnam en perpetuo combate contra Carlos, el terrorista más peligroso del mundo.
La película: Tras un chapuzón en el Mediterráneo, Jason Bourne (Matt Damon) descubre dos cosas: sus aptitudes para el combate sin armas son ligeramente inferiores a las de un Terminator, y la CIA ha puesto a un asesino profesional (Clive Owen) tras su pista. ¿Por qué?
¿Salimos ganando con el cambio? Es lo que tiene el paso del tiempo: las premisas que convirtieron a las novelas de Ludlum en best sellers habían caducado clamorosamente tras el fin de la Guerra Fría. De modo que, con buen criterio, el guionista Tony Gilroy prefirió enfrentar a Bourne con sus ex jefes del Proyecto Treadstone antes que convertirle en archienemigo de, pongamos, Osama Bin Laden. Si quieres ver una adaptación en imágenes respetuosa con el original, échale un vistazo a la miniserie protagonizada porRichard Chamberlain en 1988.
Starship Troopers (Paul Verhoeven, 1997)
El libro: Firme creyente en los valores castrenses, Robert A. Heinlein nos cuenta la evolución de su héroeJohnny Rico: de niño mimado, a feroz matabichos espacial. Y todo ello, gracias a la sabiduría y los latigazos de sus instructores militares.
La película: Firme creyente en su derecho a reírse de todo y de todos, Verhoeven nos cuenta la evolución de su héroe Johnny Rico: de niño mimado, a feroz matabichos espacial. Y todo ello, gracias a la sabiduría y los latigazos de... Un momento, aquí falla algo, ¿no?
¿Salimos ganando con el cambio? Efectivamente: para saltarse a la torera el contenido de un libro no hay por qué alterar su argumento. Starship Troopers respeta casi al dedillo la trama de la novela de Heinlein (traducida al castellano como Tropas del espacio), con una 'pequeña' diferencia en el tono. Mientras que el original se toma a sí mismo totalmente en serio, el director holandés convierte su adaptación en una sátira bestial del militarismo, el fascismo y otros "-ismos", amén de en una colleja a los blockbusters de acción y
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